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fichas:lectura:berardi

La fábrica de infelicidad

Berardi, Franco . La fábrica de infelicidad. Nuevas formas de trabajo y movimiento global. Traficantes de Sueños, Madrid, 2003, pp. 191. ISBN 84-932982-4-7

Archivo digital: fabrica_infelicidad.pdf

Portada:

Cuestiones interesantes: psicoquímica / semiocapital / infosfera / mediascape / infotrabajador / clase virtual (Kroker) / cognitariado / www.rekombinant.org

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Una perspectiva interesante aunque algo confusa. Incorpora muchos neologismos.

Frases célebres:

Trabajo y capital

“…la clase virtual ha descubierto que es, además, cognitariado, es decir: trabajo cognitivo dotado de un cuerpo social y carnal, que es sometido conscientemente o no al proceso de producción de valor y de mercancía semiótica, que puede ser sometido a explotación y a estrés, que puede sufrir privación afectiva, que puede caer en el pánico, que incluso puede ser violentado y muerto” (Berardi, 2003: 11).

“La tercera edad del capital, la que sigue a la época clásica del hierro y el vapor y a la época moderna del fordismo y la cadena de montaje, tiene como territorio de expansión la infosfera, el lugar donde circulan signos mercancía, flujos virtuales que atraviesan la mente colectiva” (Berardi, 2003: 29).

“[…] la transformación decisiva llega en los años ochenta, con la informatización sistemática de los principales sectores productivos. Gracias a la digitalización, cualquier acontecimiento material puede ser no sólo simbolizado sino también simulado, sustituido por una información. Así se hace posible la reducción de todo el proceso productivo a la elaboración e intercambio de informaciones” (Berardi, 2003: 53).

“Todos hacemos lo mismo: nos sentamos frente a una pantalla y pulsamos las teclas de un teclado. Nuestra actividad es transformada por la cadena de máquinas en un proyecto arquitectónico, en un programa de televisión, en una operación quirúrgica, en el desplazamiento de cuarenta cajas metálicas o en el aprovisionamiento de los restaurantes de una zona de playa. Desde el punto de vista físico no hay diferencia entre un agente de viajes, un operador de una refinería de petróleo y un escritor de novela negra, en el momento en el que desarrollan su trabajo. Pero, al mismo tiempo, lo contrario también es cierto. El trabajo se ha convertido en parte de un proceso mental, en la elaboración de signos cargados de saber” (Berardi, 2003: 61).

“[…] la riqueza puede ser considerada como proyección de tiempo acumulado en ganar poder de compra y de consumo, o como capacidad de goce del mundo disponible: tiempo, concentración y libertad. Naturalmente estas dos definiciones de riqueza están en conflicto. Pero no sólo están en conflicto las definiciones; se trata en realidad de dos formas de relación con el mundo, con el tiempo y con el cuerpo. Cuanto más tiempo dedicamos a la adquisición de medios para poder consu- mir, menos tiempo nos queda para gozar del mundo disponible. Cuanto más invertimos nuestras energías nerviosas en la obtención de poder adquisitivo, menos podemos invertirlas en el goce” (Berardi, 2003: 67).

“La noción de clase virtual tiene un carácter paradójico que me gusta, porque ilumina el carácter socialmente esquivo, elusivo del flujo de trabajo que produce el semiocapital. Clase virtual es la clase de los que no son clase, porque no se determinan materialmente y socialmente, en la medida en que su definición consiste precisamenteen el proceso de eludir la propia corporeidad social. En este sentido la noción me gusta. Querría, sin embargo, disponer de una noción complementaria que nos permita definir la carnalidad eliminada y la socialidad eludida del trabajo mentalizado que actúa en la producción del semiocapital. Con este fin hablo de cognitariado. Cognitariado es el flujo de trabajo semiótico socialmente difuso y fragmentado visto desde el punto de vista de su corporeidad social. La clase virtual no tiene necesidades, el cognitariado sí. La clase virtual no sufre el estrés psíquico derivado de la explotación constante de la atención. El cognitariado sí. La clase virtual no puede dar vida a ningún proceso colectivo y consciente que no sea el de la Inteligencia Colectiva. El cognitariado puede reconocerse como comunidad consciente. Y esta diferencia es decisiva, aunque no describa un dato sino que identifique una posibilidad” (Berardi, 2003: 96).

Internet

“Pero Internet no es una máquina de hacer dinero. No lo ha sido nunca y no puede convertirse en ello. Esto no quiere decir que la red no tenga nada que ver con la economía. Por el contrario, se ha convertido en una infraestructura indispensable para la producción y la realización del capital. Pero su cultura específica no puede ser reducida a la economía. Internet ha abierto un capítulo completamente nuevo del proceso de producción. La inmaterialización del producto, el principio de cooperación, la continuidad inseparable entre producción y consumo han hecho saltar los criterios tradicionales de definición del valor de las mercancías. Quien entra en la red no cree ser un cliente sino un colaborador, y por eso no quiere pagar. Ni AOL ni Microsoft ni los demás tiburones pueden cambiar este hecho, que no es sólo un rasgo cultural un tanto anarcoide, sino el corazón mismo de la relación de trabajo digital. No debemos pensar que Internet es una especie de isla extravagante en la que ha entrado en crisis el principio de valorización que domina el resto de las relaciones humanas. Más bien, la red ha abierto una grieta conceptual que está destinada a agrandarse. El principio de gratuidad no es una excepción marginal, sino que puede convertirse en el principio universal de acceso a los bienes materiales e inmateriales” (Berardi, 2003: 15).

“Internet ha crecido como un campo en el que los recursos de espacio son ilimitados. Pero la red es objeto de procesos de colonización económica: la privatización de productos del saber colectivo, auténticos cierres con vallas del ciberespacio, acompaña el desarrollo de Internet, a pesar de que la red parece renovar continuamente sus energías para eludir o disipar los procesos de sometimiento” (Berardi, 2003: 99).

Microsoft / organicismo

“[…] Microsoft sólo en apariencia se ocupa de desarrollar software, productos y servicios. En realidad la finalidad oculta de la producción de software es el cableado de la mente humana en un continuo reticular cibernético destinado a estructurar los flujos de información digital a través del sistema nervioso de todas las instituciones clave de la vida contemporánea. Microsoft debe ser entonces considerada como una memoria virtual global escalable y lista para ser instalada. Un ciberpanóptico inserto en los circuitos de carne de la subjetividad humana. La cibernética acaba por devenir vida o, como le gusta decir a Gates, «la información es vuestra linfa vital»” (Berardi, 2003: 18).

“Nuestro cuerpo no es más que un terminal del continuo viviente de la humanidad, así que no podemos dejar de sufrir por el sufrimiento del otro, a menos que matemos en nosotros mismos cualquier sensibilidad. La 'gran compasión' no es un deber ético como creen las religiones sacrificiales. La compasión es el compartir perceptivo del sufrimiento de los demás porque los demás son continuación de nuestro cuerpo y de nuestro inconsciente” (Berardi, 2003: 186).

Ciberespacio / cibertiempo

“Podemos hablar de una discrasia entre ciberespacio, en ilimitada y constante expansión, y cibertiempo. El ciberespacio es una red que comprende componentes mecánicos y orgánicos cuya potencia de elaboración puede ser acelerada sin límites. El cibertiempo es, por el contrario, una realidad vivida, ligada a un soporte orgánico —cuerpo y cerebro humanos—, cuyos tiempos de elaboración no pueden ser acelerados más allá de límites naturales relativamente rígidos” (Berardi, 2003: 21).

“El ciberespacio es la esfera de interacción de innumerables fuentes humanas y mecánicas de enunciación, la esfera de conexión entre mente y máquinas: esta esfera experimenta una expansión prácticamente ilimitada, puede crecer indefinidamente, porque es el punto de intersección del cuerpo orgánico con el cuerpo inorgánico de la máquina electrónica” (Berardi, 2003: 40).

Patologías

“El mundo estaba saliendo de su época humana para entrar en la época de la aceleración maquinal posthumana. Muchos organismos humanos sensibles empezaron a usar cocaína, sustancia que permite acelerar el ritmo existencial hasta transformarse en máquina. Muchos otros organismos humanos sensibles empezaron a inyectarse heroína, sustancia que desactiva la relación con la velocidad del ambiente circundante. La epidemia de polvos de los años setenta y ochenta produjo una devastación existencial y cultural de la que aún no hemos sacado las cuentas. A continuación, las drogas ilegales fueron sustituidas por las sustancias legales que la industria farmacéutica pone a disposición de sus víctimas, y se inició la época de los antidepresivos de los euforizantes y de los reguladores del humor” (Berardi, 2003: 24).

Activismo

“Aunque los centros del discurso se vean atrapados en sus propias contradicciones, sus márgenes, por el contrario, están muy activas. Es cada vez más posible reunir prácticas y disciplinas separadas: la nueva generación de economistas políticos, los activistas anti–FMI y anti–OMC, los analistas críticos de la economía de Internet y del «capitalismo de casino» de Wall Street, junto con los críticos de los nuevos medios de comunicación y los desarrolladores de software, como la comunidad del software libre…

… lo que se necesita no es una observación alternativa de las modas sino un intento de formular una crítica global de la new economy, y dar forma a un discurso de colaboración para quienes están construyendo redes. Un análisis informado y anticipatorio de esas nuevas formaciones debería crear la casión de actuar e intervenir en este nuevo entorno ” (Geert Lovink en Berardi, 2003: 112 y 114).

La colonización del ciberespacio

“Pero ¿qué es la economía, en qué consiste su modelo? Es una pregunta demasiado difícil para que yo la pueda contestar. Me limitaré a decir que la economía es, entre muchas otras cosas, la ciencia y la técnica de la gestión de recursos escasos. Es necesario que un recurso sea escaso para que pueda ser sometido al régimen de la economía.

El aire que respiramos —al menos por ahora— no es objeto de la economía porque al no ser escaso no hay necesidad de producirlo y venderlo, no se adquiere en el mercado, no es objeto de apropiación ni de escasez. …

En los primeros siglos de la era moderna, por ejemplo, los campesinos británicos cultivaban tierras de las que obtenían lo necesario para sobrevivir. Los landlords decidieron en cierto momento —en un proceso que duró varios siglos— cercar los terrenos, estableciendo derechos de propiedad y expulsando a los campesinos. Las enclosures —cercamientos, privatizaciones— arrojaron al hambre a los campesinos que hasta entonces habían vivido en esas tierras. De ese modo los land-lords pudieron obligarles a contratarse como jornaleros para trabajar las tierras a cambio de un salario. Muchos otros campesinos se vieron obligados a emigrar a las ciudades donde encontraron trabajo como asalariados de la industria.

El capitalismo nació de un acto de producción de escasez” (Berardi, 2003: 115).

“El proceso de colonización económica se inicia con una frenética actividad de cercado que trata de obtener, ante todo, la escasez del ciberespacio, la privatización de las vías de tránsito y una progresiva reducción de la comunicación de red al dominio de la economía lucrativa. …

La colonización del ciberespacio pasa por una serie de guerras de conquista que se libran en el terreno virtual y en el económico. La guerra de los nombres fue una de las primeras” (Berardi, 2003: 116).

“Los instrumentos más poderosos de colonización son la simplificación del interfaz, la facilitación de itinerarios y la banalización de los contenidos. Bill Gates dijo, hace tiempo, que el poder consiste en hacer las cosas fáciles —making things easy” (Berardi, 2003: 119).

FIXME: faltan últimas carillas

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